FIGURAS (Y DESFIGURAS) DE
Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB)
Dissabte, 28 d'octubre 2006.
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Conferenciants:
APPIANI, Enza Maria : «Amor, odio e ignorancia: tres figuras de la pasión» —Psicóloga clínica y psicoanalista. Invenció psicoanalítica. BARCELONA.
CHABOUDEZ, Gisèle : «Ce qui lie l'amour et le sexe» (Lo que vincula el amor y el sexo) —Psiquiatra, psicoanalista. Espace analytique. PARIS.
Chateau, Dominique: «Pourquoi les gens qui s'aiment?»… (William Scheller) —Professor. Université Paris 1, Panthéon-Sorbonne. PARIS.
Nassif, Jacques : «¿Es el nuevo amor de Rimbaud el que inventa el psicoanálisis más allá de la transferencia?» —Psicoanalista. Invenció psicoanalítica. PARIS y BARCELONA.
Parret, Herman : «La figuration du plaisir amoureux» (La figuración del placer en el amor)—Profesor emérito. Université de Louvain (Leuven). BRUSSEL.LES. «Règle et essence du plaisir amoureux: de Lucrèce à Duchamp» (Regla y esencia del placer en el amor: de Lucrecio a Duchamp).
Salabert, Pere: «La pasión amorosa, objeto preferente de la reflexión estética» —Catedrático. Universitat de Barcelona. BARCELONA.
—Hi haurà traducció simultània.—
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Desde la ternura en el sentimiento hasta la pasión acalorada, pasando por la turbación emocional y sus representaciones en el arte, el amor como objeto de valor estético no sólo anda por los oteros de la idealización mística, herencia fantasmagórica del miedo platónico a toda alteración carnal con flaquezas y desfallecimientos. Hablar de pasión amorosa ya es hacerlo del amor con su plusvalía de enamoramiento, forma mental intensificada de adherencia a un sujeto por parte de otro sujeto. Y dicha pasión, sea presente o representada —la volátil del Quijote, la brutal de Fedra por su hijastro, la maniática de Otelo—, también debe tenerla por objeto el pensamiento estético en una época que habiendo superado el miedo a la carne ya no hace aspavientos ante los cuerpos que se atraen y chocan entre sí.
Pero el amor sueña con un equilibrio, espacial y temporal. Si destaca el espacio, es lo acabado y clausurado —rotundo: unidad de dos—; si es el tiempo, surgen los amores eternos: «contigo para siempre», «te querré toda la vida», «más allá de la muerte», etc. Y ahí el amor cree tener la perfección como un horizonte a mano, el Universo de Parménides: esférico y único, autosuficiente, eterno. Esa es
Es con su acceso a la realidad que el amor como Figura de la perfección tiende a malograrse. Y, una vez terminado este proceso, lo real antojadizo se abre paso y la efectividad de las cosas incluye todos los grados de la imperfección, porque sólo ella es la fuente de un deseo en el que el amor construye su refugio de validez.
De eso trata Figuras (y desfiguras) de la pasión amorosa. ¿Desfiguras? Sí; con el plural de las «figuras» relativas al amor convenía introducir las «desfiguras», ese término de contrariedad ausente del diccionario, indicando así, por abundamiento, la única realidad de
¿Que se da una contradicción en los términos? Sin duda. Es el kalon kakon, la belleza en el quebranto, el contento en el dolor, el goce en el sufrimiento. El amor es un entredós. Si su Figura extrema es la perfección en la eternidad, su desfiguración llevada al límite será el odio que ha rasgado el tejido de su pasión opuesta echando a la cara del Otro su peor versión. Un poco más allá todavía, y vendrá la indiferencia, cuando el Otro ya se ha ausentado renunciando a su otredad.
Su razón tendrían los dioses al partir en dos el cuerpo del Andrógino, aquella Figura del amor primordial. Le imponían así el sufrimiento de
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